Cada niño nos invita a crecer con él

Rebeca Wild

LA CASA DEL MAR, ESPACIO PARA CRECER COMPARTIENDO

La Casa del Mar, es un espacio para niñas y niños desde los dos años hasta los seis años. Un lugar de relación y crecimiento. La continuidad de la crianza familiar.

Partimos de la confianza en que los niños y las niñas tienen la capacidad de elegir el mejor camino para desarrollar su potencial. Por ello, queremos fomentar que se mantengan conectadas y conectados en su interior.

Acogemos a un grupo de aproximadamente 15 niñas y niños, con edades de 2 a 6 años.

La Casa del Mar abre sus puertas desde mediados de septiembre a finales de junio, teniendo en cuenta los períodos vacacionales entre estos meses, teniendo como referencia el calendario escolar. El espacio está abierto de 9.00h. a 16.00h.

Las familias eligen si quieren participar hasta las 14h o hasta las 16h. La entrada es flexible, hasta las 10.15h hay margen de llegada.

La Casa del Mar contempla otras opciones como la presencia de madres y bebés que se define más concretamente con cada familia.

Nuestro proyecto ha sido inspirado por diferentes teorías educativas, y llevamos a cabo prácticas diarias de algunas de ellas. Al mismo tiempo es inspirado por el día a día, por el grupo que cambia, por la naturaleza que nos rodea… Y es así como nos organizamos, nos estructuramos y fluimos.

Nos guía Montessori, nos guía Rebeca Wild, nos guía la metodología educativa Escuela Bosque, nos guía Evania Reichert, nos guían otras y otros, nos guía la vida.

NUESTROS PILARES

La educación irá dirigida al cuerpo, a la mente, a las emociones y al espíritu, una educación holística. Los cuatro pilares donde se asienta nuestra mirada educativa; el amor, la libertad, el respeto y la autorregulación, son fundamentales para el desarrollo integral de las niñas y los niños. Estos pilares son la base desde donde partimos, desde donde comenzamos a caminar, crecer, aprender.

Es muy importante para el equipo pedagógico tener en cuenta que el desarrollo de estos valores tiene que darse conjuntamente, ya que cada uno se complementa con el otro. Es así como lo vivimos y lo compartimos con las familias.

El amor. El amor incondicional a las personas, a la naturaleza, a la vida, a nuestro propio ser. Acompañamos desde el amor, la ternura, el cariño. Amar es aceptar a las personas tal como son, con sus propias características individuales que las hacen seres únicos y valiosos.

El amor genera seguridad y confianza, importantes para que los niños y las niñas se sientan tranquilos, aceptados y seguros de ser ellos mismos y ellas mismas. Acompañar desde el amor significa saber esperar, saber respetar los ritmos y modos de aprender de cada niño y cada niña. El amor no crea dependencia, sino que da alas a la libertad e impulsa el crecimiento.

El amor es omnipresente allí donde hay vida

Rebeca Wild

La libertad. Consideramos que la libertad es un derecho intrínseco al ser humano y por ello una de las bases de nuestra línea educativa. Entendemos que la libertad es la posibilidad que tiene una persona de ser ella misma, de poder elegir entre diferentes opciones y de actuar de una manera u otra. En este sentido, que las niñas y los niños crezcan en libertad significa, que tengan la posibilidad de elegir y no ser juzgados por sus elecciones.

Cuando alguien es capaz de elegir y tomar sus propias decisiones también se hace responsable de las consecuencias que pueda traer. La libertad tiene que ir unida a la responsabilidad. Favorecer el crecimiento en libertad significa no emitir juicios que condicionen los actos, no tratar de modificar la conducta, no moralizar, no tratar de convencer. Libertad para buscar satisfacer las necesidades internas, sin generar dependencias externas.

La autorregulación. Toda niña y todo niño tiene la capacidad de auto-regularse. Entendemos la autorregulación como la capacidad de adaptarse a diferentes situaciones y ambientes, por lo tanto, saber desarrollarse en dichos contextos. El concepto de autorregulación tiene sus orígenes en la biología y se refiere a la capacidad espontánea y visceral de todo organismo vivo en su busca de equilibrio.

Creemos y apostamos por la autorregulación como el camino saludable para el desarrollo psicofísico de los niños y las niñas. Partiendo de esta base, el respeto y la confianza en la infancia se tornan como pilares fundamentales desde donde parte nuestra mirada educativa.

El trabajo central en la educación reichiana es la prevención de la neurosis. El principio básico de dicha prevención es el cultivo de la autorregulación, cuya dinámica respeta el ritmo del niño y le ahorra complejidades innecesarias, al tiempo que exige de los adultos una revisión constante de sus formas de actuar y reaccionar ante los menores.

Cultivar la ética de la autorregulación es confiar en la sabiduría de la vida y en la certeza de que el ser humano nace esencialmente bueno

Evânia Reichert

El respeto. Entendemos el respeto en su más amplio sentido, respeto a los demás, al entorno, a la naturaleza, respeto al propio ser. Cuando los adultos respetan los ritmos vitales de un niño, de una niña, están protegiendo la pulsión vital y permitiéndole autorregularse por medio de la orientación amorosa y el respeto biopsicológico.

Según Evânia Reichert, “Los niños que fueron respetados en su desarrollo biopsicológico son pacíficos, diligentes y se llevan bien con todo el mundo”. El respeto a las emociones y sentimientos se torna aquí un punto fundamental para el desarrollo sano del menor. La libre expresión sin juicios ni valoraciones es condición necesaria para la salud emocional.

El respeto a los procesos vitales se convierte por tanto en la base de nuestro amor por el niño

Rebeca Wild

¿QUÉ ÁREAS EXPERIMENTAMOS EN NUESTRO ESPACIO?

Juego libre. El juego es la clave del desarrollo infantil. En La Casa del Mar las niñas y los niños tendrán a su disposición diferentes herramientas con las que desplegar su creatividad y sentirse respetadas y respetados en sus momentos de juego. El juego libre y espontáneo es la actividad principal de nuestro espacio, es aquí donde las niñas y los niños desarrollan sus propias habilidades, expresan sus emociones, se autorregulan, desarrollan su potencial creativo, adquieren confianza en sí mismas y en sí mismos.

Puede que esto nos resulte más sencillo si tenemos en cuenta que el niño/a, en el juego representativo, también trabaja para integrar las vivencias no digeridas que se almacenan en su organismo

Rebeca Wild

En el juego libre los niños y las niñas eligen actividades de su propio interés y gestionan el tiempo para las mismas, generando así independencia y autonomía.

El juego es, ante todo, una expresión de libertad. Es lo que “quieres” hacer, por oposición a “lo que estás obligado a hacer

Peter Gray

Expresión corporal y artística. El movimiento es vital y esencial para el crecimiento. En La Casa del Mar, las niñas y los niños se mueven como necesitan y realizan actividades de movimiento constantemente, corriendo, saltando, en el columpio, en las escaleras colgantes, en el rocódromo, en los árboles…

La música, el teatro y la danza forman parte de nuestras actividades cotidianas, como medio para la expresión de la creatividad. Nos disfrazamos e interpretamos diferentes historias, danzamos y escuchamos y cantamos diferentes canciones con y sin instrumentos, especialmente aquellas que nos conectan con nuestro ser.

Construimos y creamos con materiales que nos ofrece nuestro entorno natural y con materiales estructurados: palos, piedras, arena, tierra, agua, hojas de árboles, piñas, tacos de madera, pintura, papel, cartón, arcilla, cuerdas, etc. Ofrecemos un espacio, en el que las niñas y los niños expresan sus emociones y sentimientos libremente.

Donde ponemos la atención ponemos la energía. En La Casa del Mar nos relacionamos desde el corazón. Aprendemos lo que nos ofrece la madre naturaleza y nos sentimos conectadas y conectados con la energía que nos envuelve, con la fuente vital de la que venimos. Nos dejamos llevar por los aprendizajes espontáneos que surgen, por las relaciones entre las niñas, los niños, las familias.

Con los detalles más sencillos de nuestras acciones: un cálido buenos días, la escucha atenta a las aves que nos rodean, una mirada sin palabras, un abrazo espontáneo, cantar canciones relacionadas con la naturaleza, bailar con el viento, mirar el cielo, sentarnos en círculo, respirar profundo, etc., tocamos lo trascendental y se manifiesta nuestra esencia, alegría, paz, amor.

LA NATURALEZA, EJE DE APRENDIZAJE

El entorno en el que vivimos se convierte en nuestro espacio vital de aprendizaje. Es en la naturaleza donde las niñas y los niños desarrollan sus habilidades y se benefician del contacto directo con el aire, el sol y el agua. Las actividades en el exterior y los paseos por nuestro entorno forman parte de nuestras actividades cotidianas.

Esta etapa de desarrollo, desde los tres hasta los seis años, se caracteriza por el desarrollo orgánico: la necesidad de movimiento es esencial para crear la base para la etapa siguiente.

Los niños y las niñas necesitan un entorno abierto y con diferentes niveles para cubrir las necesidades de esta fase. En este sentido, la crianza en un entorno natural favorece el desarrollo saludable de los menores.

El mejor medio de vigorizar un niño es sumergirlo en la naturaleza

María Montessori

La naturaleza es nuestra maestra, el viento nuestra constante. Con los recursos naturales aprendemos y el desarrollo de las niñas y de los niños está en sintonía con la naturaleza. En La Casa del Mar el entorno nos regala su aprendizaje y nos autorregulamos gracias al contacto directo con los árboles, el sol, el viento, la arena, las flores, los animales… Las niñas y los niños juegan la mayor parte del día en el exterior, por elección propia, y es ahí donde se desarrollan juegos, conflictos, juegos en grupo, juegos individuales, aprendizajes espontáneos que al mismo tiempo nos lleva a desarrollar temas concretos o a investigar sobre algún aspecto específico.

Aprendemos de los animales que nos acompañan o nos visitan un día inesperado, como puede ser un gran sapo, y gracias a esta visita se despliegan conocimientos, curiosidades, comparaciones, respeto, historias, conversaciones de grupo, asombros… es decir, aprendizaje vibrante.

¿No son los árboles un prodigio más extraordinario que cualquier invención humana? El árbol produce oxígeno, absorbe dióxido de carbono, fija nitrógeno, genera azúcares complejos, destila agua, produce madera, aprovecha la energía solar de manera extraordinariamente eficiente, se convierte en una escultura polícroma y cambiante, crea un microclima, se crea a sí mismo y se reproduce en incontables variaciones

Jordi Piagem

La naturaleza nos ofrece un entorno muy diverso, un gran abanico de posibilidades. Nos guía en este contacto en la naturaleza la metodología educativa Bosque Escuela.

Hemos incorporado en nuestro programa educativo días de Bosque Escuela, en los que el día escolar lo realizamos en un pinar cerca de la escuelita. Normalmente lo realizamos los viernes, aunque pueden modificarse por las circunstancias, y/o realizar más de un día a la semana de Bosque Escuela.

¿Cómo son estos días? Nos encontramos todas en la mañana en el pinar y cuando el grupo ya está completo realizamos una pequeña caminata hasta “El Nido”. El Nido es nuestro círculo, hecho con palos, y nuestra base, donde dejamos las mochilas y otros materiales. Desayunamos y nos extendemos por los alrededores, explorando, investigando, jugando, descubriendo y observando animales… Realizamos el aula en la naturaleza, sin materiales estructurados, utilizamos los materiales que nos brinda el entorno: palos, hojas, piñas, arena, olores, aves…

Con ellos jugamos, inventamos, nos relacionamos, contamos historias, aprendemos y disfrutamos de una forma natural, espontánea y relajada.

Estas experiencias directas en la naturaleza nos proporcionan un gran bienestar y reconexión con todo los que vemos y experimentamos. Se nos reactiva nuestra gran preciada conexión con nuestra propia naturaleza y la energía del grupo es energía de manada. Todas sabemos donde nos encontramos y se encuentran las demás, se refuerza el sentimiento de grupo y el cuidado de todos.

En el bosque, el escenario es diferente y requiere acciones diferente. Por ejemplo, las normas y los límites son pocos y claros. La relación que se produce con el grupo suele ser fluida.

Algunos de los límites que recordamos y compartimos en el bosque son: El grupo unido; dejamos el bosque como nos lo hemos encontrado o mejor; cuidamos nuestro cuerpo y el de los amigos y amigas; cuando jugamos con palos los dirigimos hacia el suelo y con especial cuidado de no acercarlo a la cara o cuerpo de los demás;

Si queremos correr, nuestras manos deben estar libres de objetos para evitar lesiones y permitirnos más libertad de movimiento; en los momentos de unión del grupo, nos encontramos en el nido o árbol Akhá (es nuestro árbol de encuentro y despedida).

En el bosque, las vistas, sonidos, olores y texturas cambiantes que se pueden encontrar en la naturaleza impactan a nivel neurológico.

Al nacer, nuestros hijos desconocen la diferencia entre rojo y verde, dulce y amargo, suave y áspero, frío y calor o cualquier otro tipo de relaciones físicas; y la única forma que tienen de aprenderlas es relacionándose directamente con las cosas concretas. A partir de esa información, la mente va construyendo, poco a poco, un modelo de realidad. Todo nuestro crecimiento físico, afectivo e intelectual, se apoya en la calidad del contacto directo con el medio: una buena base sensorial y motora es fundamental para un sistema cognitivo sólido y armonioso. Por eso, conocer el mundo, sus diversas características y propiedades, es un proceso largo y complejo que no puede acelerarse

Heike Freire